AL RITMO DEL TAMBOR
Con su tambor Ricaurte Villarreal ha enseñado a muchos panameños la riqueza del folclor panameño. A lo largo de su carrera se ha dedicado además de a la música, a la enseñanza y a la investigación.
ESTHER ARJONA
mailto:earjona@prensa.comTomado de Mosaico - La Prensa
El clima no quiso acompañarnos. Caían las primeras gotas del aguacero de la tarde mientras llegábamos al rancho que muestra la forma de vivir de nuestros campesinos en Mi Pueblito Interiorano.
Los vivos colores de las flores del mantel de plástico contrastaban enormemente con la blancura de la camisilla del profesor Ricaurte Villarreal. Sus botones de monedas de oro fueron una de las cosas que más llamó la atención de un grupo de niños que excursionaba.
Luego la atención se centraría en el tambor de cuñas que descansaba en el piso.
Los niños corrieron a tocarlo, y cuando escucharon la voz de su dueño se apartaron. A manera de reto les dijo “Le doy un dólar al que me toque un tambor norte”.
Ninguno sabía cómo sacarle sonidos al cuero templado del tambor, mucho menos conocían sus diferentes ritmos. Pero eso no les quitó el entusiasmo por el instrumento y el misterioso personaje con sombrero pintado y camisilla bordada que lucía como salido de una postal, decidió medir sus conocimientos sobre folclor.
“A ver, ¿quién sabe cómo se llama este instrumento?”. Una lluvia de respuestas tanto correctas como incorrectas inundaron el ambiente. “¿Cómo se llaman los zapatos que usan nuestros campesinos? ¿Cuál es la caja?”.
La clase continua pese a que el grupo de estudiantes se marchara. El turno fue mío y gocé de una gira privada alrededor del rancho donde se me explicó la diferencia entre una tinaja de agua para beber y una de agua para cocinar, cómo es un aparador hecho de una horqueta, una cama de género, una guaricha, los zurrones, las hormas para confeccionar sombreros, un fogón de leña, un horno para hacer el pan; en fin, tantas cosas que a primera vista lucen lejanas y extrañas y que para la gente del campo son de uso cotidiano.
Villarreal nació en el Valle de Tonosí, en la comunidad de Río Viejo de Perina. Para él ninguno de esos artefactos es extraño. Vivió en el interior hasta terminar su primer ciclo de secundaria.
En cuanto a la música, forma parte de su vida desde que tenía unos cuatro años. “En esa época los señores no te prestaban los tambores, así es que yo idee un tambor con una lata de leche Klim, le quité la tapa, le puse una tapa plástica y viendo cómo los señores tocaban yo aprendí a tocar”.
Así fue como inició su camino en la música folclórica. Primero aprendió a tocar la caja folclórica y la churuca. Ya cuando tenía seis años, el tambor. Formó parte del conjunto de música típica Orgullo Tonosieño de Máximo Chimino Moreno, con quien inicia su labor como músico percusionista.
En Panamá, entró en contacto con varios conjuntos folclóricos: el de la Universidad de Panamá, el Ballet Folclórico de Petita Escobar, colabora con el profesor Héctor Hupper, la profesora Elisa de Céspedes y la Autoridad del Canal de Panamá.
Actualmente, Villarreal es miembro del grupo musical Los Juglares, de la Dirección de Cultura de la Universidad de Panamá, única agrupación de carácter folclórico subvencionado por el Estado.
Además ha representado a Panamá en diferentes embajadas culturales a nivel internacional, ha dictado talleres de percusión folclórica tanto en Panamá como en otros países y además ha desarrollado proyectos infantiles para la enseñanza del folclor.
Para Villarreal, el folclor lo es todo, tanto un modo de vida como una lección que se aprende y por eso se siente complacido al ver el auge que está retomando en Panamá.
“Estas manifestaciones han cobrado vigencia debido a la tenacidad de muchos que hemos emigrado del interior para Panamá, precisamente a trabajar en el área folclórica, a difundirla. El interiorano ha tenido mucho que ver en la promoción y difusión del folclor a nivel de la capital, aunque esto suene regionalista”, asegura Villarreal.
En Los Santos se funda una escuela de Técnico Superior en Folclor, donde se han formado profesionales a nivel de folclor ciencia. Luego en Panamá se establece una Licenciatura en Folclor en la Universidad de Las Américas. Villarreal formó parte de la primera promoción con más de 40 personas.
Según Villarreal, el interés se debe a la promoción que en los últimos años han tenido tanto las manifestaciones tradicionales como la música típica a nivel popular. “En el área de las manifestaciones tradicionales, el trabajo de los esposos Manuel y Dora Zárate ha abierto una trocha para que los amantes del folclor sigamos investigando, profundizando y difundiendo. En el área de la música popular músicos como Osvaldo Ayala, quien ha trabajado la música típica a diferentes niveles, los hermanos Sandoval, que han podido hacer de la música su profesión e incluso el mismo Villarreal, que ha hecho de la percusión típica una profesión, ha dado como resultado que la gente vuelva la mirada a las manifestaciones tradicionales y tenga más que interés, una necesidad de conocer una cantidad de manifestaciones que estaban dormidas.
“Ya la gente se quiere poner una camisilla”, indica Villarreal, “las mujeres se quieren poner una basquiña o una pollera y hay niños que quieren tocar tambores y no solamente en la clase humilde, sino en la clase alta”.
Cada vez en más escuelas, tanto públicas como privadas, hay un profesional del folclor dictando clases. Según Villarreal esta situación garantizará un mayor apoyo en un proyecto de identidad nacional.
“Todavía tenemos problemas de identidad nacional, hay problemas de discriminación. Todavía no contemplamos algunas etnias que de una u otra manera han aportado a este crisol de razas”.
El boom que está teniendo el folclor ha generado algunas preocupaciones, entre otras los mecanismos para proteger el patrimonio nacional, no solo en Panamá sino a nivel internacional. Por esta razón ya se llevó a cabo el primer seminario sobre derecho intelectual.
Bien o mal
Existe una forma correcta de presentar las manifestaciones folclóricas. También se han dado a través del tiempo ciertas variaciones que alejan a la manifestación real de la presentada en un escenario.
“Esto se da más en los bailes y en el vestuario. Para saber qué está bien tenemos que acercarnos a las regiones de donde son originarias estas manifestaciones. Lo que pasa es que con el pretexto de proyectar para un escenario van desvirtuando. Esto se ha dado por falta de educación y por falta de investigación seria. Se puede proyectar una manifestación sin necesidad de trastocar su esencia tradicional y esa también es una tarea nuestra, concienciar y educar”.
Precisamente porque el folclor como estudio serio ha empezado recientemente, no se puede culpar a los directores de estos grupos. “Muchos de ellos están estudiando ahora y se van a dar cuenta de sus errores y van a tener que ir corrigiendo poco a poco ya sea el baile, la forma de usar el vestuario o la manera de tocar los instrumentos”.
Claro está, hay que tener clara la diferencia entre una manifestación tradicional, una alegoría y una fusión.
“Este tipo de trabajo solo debe hacerlo alguien que sepa hacerlo. Es muy peligroso hacer una fusión sin conocimiento”.
De acuerdo con Villarreal, hay que contar con extensos conocimientos tanto musicales como folclóricos para hacer un buen trabajo que permita incluir la música panameña ya sea con el jazz o el rock.
En vías de extinción
Nuestro folclor es muy diverso y algunas manifestaciones, según Villarreal, podrían estar en peligro de caer en el desuso.
Entre ellas está una danza de los diablos del cucua que se hace en San Miguel Centro, en Coclé. “El único violinista que toca la melodía para la ejecución de la danza es un señor de más de 80 años y no ha habido un niño que aprenda a tocar el violín como lo toca él, para mantener la música que acompaña la danza”, informó. “Hay unos diablos en Darién que se llaman los diablos de Yumbambá, que si esa danza no se proyecta fuera, no se motiva, a lo mejor se puede perder. La danza de los gallotes de La Chorrera ya nadie sabe cómo se hacía, lamentablemente no se puede rescatar”.
Las danzas tradicionales de pueblos específicos como la denesa tonosieña casi no se bailan como tradicionalmente es, sino a manera de proyección y también corre peligro de perderse.
En cuanto a algunos instrumentos específicos, la historia es otra.
“Hubo un espacio de tiempo en el que la música de violín no se veía porque nuestros violinistas autóctonos fueron muriendo y por la característica del instrumento, que es muy difícil de ejecutar, casi desaparece. Pero siento que en los últimos tiempos ha ido poquito a poquito ganando una presencia. Se están formando violinistas tradicionales, pero sí creo que el violín en algún momento va a ubicarse como un instrumento para actividades especiales”.
En cuanto al acordeón, es más preferido por los niños que el violín, pero también existe un problema: “Los niños quieren ser como nuestros músicos típicos, como Osvaldo, como Ulpiano. Sin embargo, esos niños no saben ni se preocupan por aprender un repertorio folclórico diferente al utilizado en los bailes populares”.
La mejoranera ha logrado entrar en vigencia gracias al trabajo del maestro Juan Andrés Castillo. “En Ocú ya hay grupos de niños que tocan la mejoranera; en Guararé también y tocan socavón. Se está haciendo un buen trabajo y los medios han jugado un papel importante en la parte de educación. Creo que muchos maestros están volcando su conocimiento para enseñar a los niños y eso nos puede garantizar mejoraneros por mucho rato”, comenta Villarreal.
“Estoy enseñando a niños a tocar el tambor, a tocar la caja, a tocar la churuca. A mí no me prestaban los instrumentos, pero yo sí presto los míos para que los niños toquen, esto me garantiza que tendremos una generación de muchachos que seguirán este bregar”.
Educación y niñez
Villarreal enseña tanto a adultos como a jóvenes y a niños. De estos, los niños son sus preferidos.
“Yo soy educador por naturaleza, no porque me formé en una universidad. La parte académica es un valor agregado, pero desde muy joven tengo la vocación de educador y me gusta educar a los niños porque con ellos puedes encontrar muchas cosas: sinceridad, espontaneidad, franqueza y expresiones puras. Cuando un niño no sabe hacer algo y te lo dice es porque no lo sabe. Cuando siguen las instrucciones las siguen con mucho cariño”.
Villarreal está consciente de que dándole una buena formación a los niños, “vamos a tener mejores panameños”.
En un futuro, asegura Villarreal, “la gente podrá observar lo que he hecho. Es así. No espero de nadie nada. El tiempo dirá.
Ricaurte Villarreal
Licenciado en música y licenciado en folclor.
Ha desarrollado su carrera en diversas áreas, como la investigación, la enseñanza y la ejecución musical.
Como percusionista ha participado en diversas agrupaciones folclóricas en presentaciones tanto en Panamá como en el extranjero.
Además, ha desarrollado trabajos en diversos géneros musicales como la tamborera, el jazz, música sinfónica y ‘jingles’ para radio y televisión.
Ha sido ganador de la medalla de oro Gumercindo Díaz, concurso de tamboreros que se realiza en el Festival Nacional de la Mejorana y fue galardonado con la medalla Honor al Mérito del Principado de Asturias.
Como docente, dicta clases a nivel universitario, ha dictado seminarios en varias ciudades de Panamá y en el extranjero en ciudades como San Francisco y Los Ángeles, en California y en Washington D.C.
También desarrolla proyectos con niños y niñas talentosos, coordina el grupo infantil Voces y Tambores de Panamá y ha desarrollado talleres de musicoterapia para niños con leucemia y cáncer.
Es instructor de percusión folclórica.
Ha realizado diversos trabajos de investigación y ha asesorado trabajos de grado a nivel de licenciatura, maestría y doctorado referentes al folclor panameño.